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martes, 12 de marzo de 2019

ERIKA SARAI DE TORREON

hola , empiezo con un primer relato y fotos... dos videos mios...así poco a poco les enviare, Soy TV de closet en Torreon

RELATO 1RA Y SEGUNDA PARTE, ESPEREN LA CONTINUACION Y SUS VIDEOS





¿Cómo empezó esta afición oculta de vestirme de mujer? La delicia de sentir la ropa de mujer, la dicha de verme en el espejo y ver que mis piernas y nalgatorio son tal cual los de una mujer. Todo empezó desde niño, como a los 11 años, en quinto año de primaria. Es una ciudad mediana del centro del país, la provincia mexicana. Al regreso de la escuela, teníamos que tomar un camión de pasajeros, traía un short de los de esa época, sería el año 1975 o 1976. Eran cortitos, por lo que al sentarse se recorría dejando al descubierto prácticamente todos los muslos. Yo venía en el pasillo y un amiguito del salón que vivía por el mismo rumbo mío, sin más que me empieza a acariciar, amasar y recorrer primero con una mano y luego alternándose con la otra mis dos muslos. Casi susurrándome al oído me dijo: “Pero que lindas piernas de mujer tienes, están suavecitas, se siente rico”. Yo solo me quede quietecito, rojo de vergüenza, ya que al lado venían otros jóvenes más grandes que con grandes ojos veían como este canijo de Víctor me estaba metiendo mano de lo lindo en todas mis ya largas, torneadas, lisas, suaves y blancas piernotas. Le deje hacer todo el recorrido, como unos 20 minutos que se me hicieron eternos, seguía rojo y sentía muy agradable, muy rico, me gustaba y más cuando volvió ya sin reparo alguno a decirme: “tus piernas están mejor que las de mis hermanas y que las de mi mamá”…ufff…más me gusto cuando vi que los otros jóvenes seguían como hipnotizados como mi amigo me estaba magreando las piernas….ya hasta se veían un poquito rojitas, aunque no me estaba lastimando, el hecho de estar recorre y recorre con sus manos que por cierto note eran mucho más grandes que las mías seguían y seguían. Llegue a cerrar los ojos y hasta me acomode mejor para que siguiera en su labor, ya no se dieron más palabras. Si deje escapar como un suspiro y quizás un gemidito, que puso rojos a los otros dos cuates que ahora recuerdo estarían como en sus veinte. Yo tenía que bajarme primero, era solo una cuadra, cuando lo hice, él lo único que hizo fue darme una sonora nalgada que retumbo, las miradas de señoras que con eso me gritaban que éramos unos pervertidos no hicieron más que sofocarme. Esa escena la tengo grabada en mi piel para siempre. Ese fue el inicio. CONTINUARÁ

2° PARTE La siguiente situación que esta tatuada en mi cerebro, alma y cuerpo se dio un año después, al ir en sexto de primaria. En ese entonces, en casa vivía con mi primo hermano, otros primos y un hermano. La clásica familia numerosa formada por varios grupos viviendo en la misma casa. En un cuarto grande, en su cama propia dormíamos cuatro jóvenes. Mi primo y yo éramos los mayores. Estábamos en el mismo grupo escolar, un día otro amigo que a su vez vivía con su hermanastro, nos invitó a jugar a su casa, que quedaba cerca de la nuestra. Este cuate llamado Tito sin ser el marica del salón, si le gustaba andar mostrándose en pantalones ajustados, ya que estaba nalgón, contoneándose e incluso dejándose manosear, nalguear y andar diciendo que le gustaba ser tallado. Como que nadie le hacía mucho eco, ya que en realidad éramos muy niños e ingenuos. Sería el año 1976. En su casa nos pusimos a jugar a las escondidillas. Yo me escondí en un cuarto de aseo del cual podía ver hacia un pasillo con varias puertas junto con el otro amigo, Enrique. Desde ahí pudimos ver como mi primo Charly, puso contra el recuadro de una de las puertas a Tito y se lo empezó a culear literalmente. De vez en vez le metía manos en sus nalgas, las nalgueaba y si se lo estaba prácticamente cogiendo con ropa puesta. Tito hasta se arremolinaba. Yo estaba impactado, aunque mi primo es mayor, no mucho y no sabía que fuera tan precoz, aunque en las noches como que escuchaba que se quejaba, ahora sé que se masturbaba ya desde esa edad. Sin darme cuenta como que me coloque como Tito, con las piernas ligeramente abiertas y empinando mi nalgatorio, primero imperceptiblemente y ya después como invitando a Quique para que replicará lo que estaba viendo. Ya comenté que desde niño ya era nalgón, tenía un pantalón de mezclilla ajustado. Quique se aprovechó y sin más que me empieza a dar, primero quedito, pero después también nalgueaba, también sobaba mis pompas. Yo ya de plano, gemía despacito y le empujaba más hacia atrás mis nalgas, clarito sentía como palpitaba lo mío y lo de él que estaba durito y fuerte. Creo que fueron como 15 minutos así, hasta que el grito de la mamá de Tito (por cierto era una exuberante mujer, bellísima) hizo que nos separáramos los cuatro. Lo que no sabía es qué mi primo vio todo. Cosa que el aprovecho por espacio de unos cuatro años, ya que toda la secundaria entre juego y juego, en el baño cuando nos metíamos juntos a darnos la ducha, aprovechaba para manosear, toquetear, puntear. Al ser juegos en cama o en la alberca, de luchitas, nunca fue descarado del todo como con Tito, pero bien que me hacía sofocar y pensar que se sentiría ser ya del todo mujer. En prepa nos centramos mucho en el deporte y como que eso se olvidó, pero la espina ya estaba clavada y tarde que temprano alguien tendría que clavarme algo más que una espina. CONTINUARA

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