QUINTA PARTE. -
Juan se llamaba ese morenito chaparrito, un tanto gordito, más chico que yo, unos tres años. Él no
vivía en la Uní, por lo que de vez en vez se estaba conmigo y otros camaradas en las habitaciones, a
veces hacíamos alguna comida en los cuartos y por supuesto de vez en vez tomábamos alcohol más
de la cuenta o juntos realizábamos ejercicio. Le prestaba las regaderas de los cuartos para que se
pudiera bañar. Entre juego y juego, no sé cómo se fue dando que de repente cuando estábamos
cada quien en su regadera, le decía melos@: “miraaa”….y le mostraba mi nalgatorio redondo,
blanco, respingón, duro…definitivamente de hembra…se lo paraba, se lo meneaba y le decía…”te
gusta, no se te antoja”…el cabrón, claro que me comía con los ojos y me metía mano, me nalgueaba,
intentaba meter un dedo en el agujerito, pero yo coquet@ solo lo calentaba y ya cuando veía que
estaba en serio, me ponía más estricto y lo paraba. Por supuesto que, con ropa, los juegos de
repegarle las nalgas, de dejarle que me sobara, de cabalgarlo ligeramente, de hacer que me diera
nalgadas se daban con bastante frecuencia y cada ocasión que pudiéramos estar solos o cuando
otros estaban en su rollo y ya nadie pelaba a nadie porque estábamos ya a medios chiles, es decir
más o menos tomados. Compartimos muchas cosas en lo emocional, la carga de estudiar, el peso
de estar en un contexto que era ajeno a nosotros al estar rodeado de lujo, de personas con gran
economía y nosotros simples mortales, por supuesto que nos gustaban ciertas jóvenes, y llegamos
a llorar entre varios porque veíamos lejano en algún día aspirar a mejores cosas…ahí simplemente
éramos estudiantes pobres que tenían la chance de poder cursar una carrera que ni en sueños se
hubieran podido imaginar se pudiera dar.
En un fin de semestre para celebrar se tenía la costumbre de tomar a morir. Esa vez me lo advirtió
que nunca lo olvidaría y vaya que así fue, aún hoy al recordarlo me estremezco de placer y de
arrepentimiento y miedo aún. Uno a uno se fueron los compañeros a sus respectivas habitaciones,
hasta que quedamos solos él y yo en uno de los cuartos que habíamos logrado tomar, ya que en
todo el semestre estuvo vacío y un canijo había conseguido la llave. Yo estaba mal, porque recién
estaba aprendiendo a tomar y esa vez me extralimite, estaba por llegar a la mitad de la carrera y
sentía que podía llegar a la otra orilla. El caso es que me ayudo a llegar tambaleando al baño, ya que
necesitaba vomitar, una vez ahí no dejo de meterme mano, de nalguearme, de ponerme su pene en
mis pompas, yo necesitaba primero expulsar el alcohol…por lo que le dejaba hacer como niña tonta.
Sentí alivio al poder desahogar mi estómago, así que con una fuerza extraordinario me llevo de
nuevo a la recamara vacía, eran dos camas individuales, pero sin sabanas ni nada. Una vez ahí casi
me arroja boca abajo sobre una de ellas y que se abalanza sobre mi pants a la altura de mis nalgas
a empezar a besarlas, primero por encima y luego logro bajarme pants y trusa tipo bikini que usaba
para empezar a ensalivar, lamer como perro hambriento mis redondeces. Yo estaba como en shock
y de forma intuitiva y natural empuje más hacia atrás mi derriere, gimiendo, estuvimos un buen rato
así, el estrujaba mis carnes, porque también usaba sus manos, no solo su boca, de repente, sentí
que urdía en mi agujero y sin más que me deja ir un dedo..ayyyyyyyy cabrrónnnn grite…pero el tapo
mi boca y siguió escarbando hasta que empecé a sentir caliente, que me picaba y ya era yo el que
empujaba mi culo hacia atrás…hasta ese entonces no habíamos cruzado palabra alguna, hasta que
dijo…te voy a culear, te voy a cumplir lo que me vienes pidiendo a gritos putito….tal cual así fueron
sus palabras. CONTINUARA
SEXTA PARTE. -
Escuché como se bajaba el cierre del pantalón, ese sonidito que hacen, que te hace estremecer,
estab@ quietecit@, estaba encima de mí, primero empezó a pasar su durísimo glande por mi
ranura, sentía que escurría por todos lados, punteo, sentí muy agradable, gemí quedito: hummm.
De repente, tocaron la puerta fuertemente, de inmediato reacciono y se paró, subiéndose el
pantalón. Yo solo atine a medio subirme mi bikini y pants e irme a esconder en un closet. Abrió la
puerta teniendo que negociar con unos cuates que querían usar el cuarto para seguir tomando, se
había corrido la voz que la habitación estaba disponible. Sin más y en silencio nos salimos, ellos no
sospecharon nada, teníamos fama de “normales”. En voz muy queda, casi como en susurro le dije
que podíamos ir a mi cuarto, ya que mi compañero de cuarto casi nunca estaba, en el corto trayecto,
al no haber nadie, me tomo del talle y me llevaba como si fuera su novia, metiéndome mano y
palmeando mi trasero. No hubo más palabras, llegamos a la estancia, primero pasamos al baño ahí
casi llorando le dije: ¡estamos atentando contra la naturaleza!, ¡esto no es correcto!, él lo único que
hacía era reírse y meterme mano y quererme casi coger ahí…ya se la había subido con el frío viento
de la ya madrugada. A mí por el contrario ya se me había bajado por completo la tomadera. Aunque
era mucho más bajo que yo, era más fuerte y no hallaba como dejar que me abrazará por detrás e
intentara ya culearme. Por ello, le dije que guardáramos silencio si no despertaríamos a otros en los
cuartos anexos. Nos metimos al cuarto, para con autentico pesar para ambos darnos cuenta que
esta vez sí se encontraba mi compañero, estaba dormido en su cama, súper tapado. Era invierno ya.
Le hice señas que guardara silencio y nos metimos en mi cama y nos tapamos. Tenía que dormir
aquí, me cambie delante de él, se desnudó por completo, su pene estaba súper erecto y hasta se
balanceaba, solo me deje mi camiseta y me puse un pijama de pantalón, su verga era gruesa y no
tan larga. Al acostarnos le di la espalda de ladito e intentamos dormir, al parecer al tener al
compañero junto, las cosas se habían calmado. Empezó a meterme mano, a acariciar mis nalgas por
encima del pijama. Primero lo rechace con mis manos, al ver mi negativa como que inicio a quejarse,
al ver eso y en una reacción que ni yo mism@ me esperaba me baje el pijama y le avente mi
nalgatorio…entonces muy bajito, pegadito a mi oreja me empezó a susurrar: así me gusta, te voy a
dar, ahorita te la meto…yo voltee mi cara y solo atine a decirle: conste, no soy puto eh, esto es de
cuates, es de amigos. Largo rato estuvo punteándome, acariciando, ahora también lo hacía en mis
pechos, vientre, eras ya caricias salvajes, duras. Lo hacíamos en un silencio increíble sin hacer el más
mínimo ruido, sin moverse casi, sin que la cama crujiera. Después de un largo rato, me volteo e hizo
que me pusiera en cuatro, yo obedecí (años más tarde descubro que me encanta “obedecer”),
incluso se paró y fue al closet por una brillantina que sabía usaba y me logro untar un buen tanto en
el ojete, se puso detrás de mí y cuando estaba a punto de empalarme, estaba ya casi metiendo la
puntita, que mi compañero de cuarto (un cuate muy serio y formal) empezó a medio murmurar:
¿Qué pasa…?, por lo que a la velocidad del rayo, como si fuéramos flash, nos metimos en la cama y
solo atine a decirle en una voz casi al borde del llanto: nada, nada, aquí Juan que anda un poco mal.
tomo de más. Él estaba al lado como haciéndose el dormido…mi compa solo comento. Ah okey..sale.
Sin más nos quedamos acostados, lo único que hicimos casi de manera automática, fue que me
volteé y le empecé a masajear su masacuate erguida, mi manita que al igual que mis labios son muy
femeninos, apenas si cubría el ancho de ese vergón que al poco rato de estarlo moviendo de arriba
abajo expulso una cantidad increíble de leche. Después de esa loca noche, seguimos
frecuentándonos, pero como que la pena hizo que no volviéramos a intentarlo, nunca más volvimos
a bromear sobre ello, y cuando yo coquet@ trataba de hacer algún chiste o querer hacer los
jueguitos que hacíamos de que me culeara o manoseara, él se mosqueaba. Tenía 20 años. No hubo
más. Al año siguiente, a los 21 años perdí mi virginidad como hombre activo y empezó una afición a
un juego sexual de alto riesgo, que en las continuaciones explicaré. Termine la escuela, a trabajar,
años durísimos de lucha, de muerte de seres queridos, de batallar como todos con el dinero, la vida.
Pasarían muchos años para que se volviera a dar esta inquietud y que estos recuerdos florecieran.
CONTINUARA.
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