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martes, 12 de marzo de 2019

5TA Y 6TA PARTE

QUINTA PARTE. - Juan se llamaba ese morenito chaparrito, un tanto gordito, más chico que yo, unos tres años. Él no vivía en la Uní, por lo que de vez en vez se estaba conmigo y otros camaradas en las habitaciones, a veces hacíamos alguna comida en los cuartos y por supuesto de vez en vez tomábamos alcohol más de la cuenta o juntos realizábamos ejercicio. Le prestaba las regaderas de los cuartos para que se pudiera bañar. Entre juego y juego, no sé cómo se fue dando que de repente cuando estábamos cada quien en su regadera, le decía melos@: “miraaa”….y le mostraba mi nalgatorio redondo, blanco, respingón, duro…definitivamente de hembra…se lo paraba, se lo meneaba y le decía…”te gusta, no se te antoja”…el cabrón, claro que me comía con los ojos y me metía mano, me nalgueaba, intentaba meter un dedo en el agujerito, pero yo coquet@ solo lo calentaba y ya cuando veía que estaba en serio, me ponía más estricto y lo paraba. Por supuesto que, con ropa, los juegos de repegarle las nalgas, de dejarle que me sobara, de cabalgarlo ligeramente, de hacer que me diera nalgadas se daban con bastante frecuencia y cada ocasión que pudiéramos estar solos o cuando otros estaban en su rollo y ya nadie pelaba a nadie porque estábamos ya a medios chiles, es decir más o menos tomados. Compartimos muchas cosas en lo emocional, la carga de estudiar, el peso de estar en un contexto que era ajeno a nosotros al estar rodeado de lujo, de personas con gran economía y nosotros simples mortales, por supuesto que nos gustaban ciertas jóvenes, y llegamos a llorar entre varios porque veíamos lejano en algún día aspirar a mejores cosas…ahí simplemente éramos estudiantes pobres que tenían la chance de poder cursar una carrera que ni en sueños se hubieran podido imaginar se pudiera dar. En un fin de semestre para celebrar se tenía la costumbre de tomar a morir. Esa vez me lo advirtió que nunca lo olvidaría y vaya que así fue, aún hoy al recordarlo me estremezco de placer y de arrepentimiento y miedo aún. Uno a uno se fueron los compañeros a sus respectivas habitaciones, hasta que quedamos solos él y yo en uno de los cuartos que habíamos logrado tomar, ya que en todo el semestre estuvo vacío y un canijo había conseguido la llave. Yo estaba mal, porque recién estaba aprendiendo a tomar y esa vez me extralimite, estaba por llegar a la mitad de la carrera y sentía que podía llegar a la otra orilla. El caso es que me ayudo a llegar tambaleando al baño, ya que necesitaba vomitar, una vez ahí no dejo de meterme mano, de nalguearme, de ponerme su pene en mis pompas, yo necesitaba primero expulsar el alcohol…por lo que le dejaba hacer como niña tonta. Sentí alivio al poder desahogar mi estómago, así que con una fuerza extraordinario me llevo de nuevo a la recamara vacía, eran dos camas individuales, pero sin sabanas ni nada. Una vez ahí casi me arroja boca abajo sobre una de ellas y que se abalanza sobre mi pants a la altura de mis nalgas a empezar a besarlas, primero por encima y luego logro bajarme pants y trusa tipo bikini que usaba para empezar a ensalivar, lamer como perro hambriento mis redondeces. Yo estaba como en shock y de forma intuitiva y natural empuje más hacia atrás mi derriere, gimiendo, estuvimos un buen rato así, el estrujaba mis carnes, porque también usaba sus manos, no solo su boca, de repente, sentí que urdía en mi agujero y sin más que me deja ir un dedo..ayyyyyyyy cabrrónnnn grite…pero el tapo mi boca y siguió escarbando hasta que empecé a sentir caliente, que me picaba y ya era yo el que empujaba mi culo hacia atrás…hasta ese entonces no habíamos cruzado palabra alguna, hasta que dijo…te voy a culear, te voy a cumplir lo que me vienes pidiendo a gritos putito….tal cual así fueron sus palabras. CONTINUARA

 SEXTA PARTE. - Escuché como se bajaba el cierre del pantalón, ese sonidito que hacen, que te hace estremecer, estab@ quietecit@, estaba encima de mí, primero empezó a pasar su durísimo glande por mi ranura, sentía que escurría por todos lados, punteo, sentí muy agradable, gemí quedito: hummm. De repente, tocaron la puerta fuertemente, de inmediato reacciono y se paró, subiéndose el pantalón. Yo solo atine a medio subirme mi bikini y pants e irme a esconder en un closet. Abrió la puerta teniendo que negociar con unos cuates que querían usar el cuarto para seguir tomando, se había corrido la voz que la habitación estaba disponible. Sin más y en silencio nos salimos, ellos no sospecharon nada, teníamos fama de “normales”. En voz muy queda, casi como en susurro le dije que podíamos ir a mi cuarto, ya que mi compañero de cuarto casi nunca estaba, en el corto trayecto, al no haber nadie, me tomo del talle y me llevaba como si fuera su novia, metiéndome mano y palmeando mi trasero. No hubo más palabras, llegamos a la estancia, primero pasamos al baño ahí casi llorando le dije: ¡estamos atentando contra la naturaleza!, ¡esto no es correcto!, él lo único que hacía era reírse y meterme mano y quererme casi coger ahí…ya se la había subido con el frío viento de la ya madrugada. A mí por el contrario ya se me había bajado por completo la tomadera. Aunque era mucho más bajo que yo, era más fuerte y no hallaba como dejar que me abrazará por detrás e intentara ya culearme. Por ello, le dije que guardáramos silencio si no despertaríamos a otros en los cuartos anexos. Nos metimos al cuarto, para con autentico pesar para ambos darnos cuenta que esta vez sí se encontraba mi compañero, estaba dormido en su cama, súper tapado. Era invierno ya. Le hice señas que guardara silencio y nos metimos en mi cama y nos tapamos. Tenía que dormir aquí, me cambie delante de él, se desnudó por completo, su pene estaba súper erecto y hasta se balanceaba, solo me deje mi camiseta y me puse un pijama de pantalón, su verga era gruesa y no tan larga. Al acostarnos le di la espalda de ladito e intentamos dormir, al parecer al tener al compañero junto, las cosas se habían calmado. Empezó a meterme mano, a acariciar mis nalgas por encima del pijama. Primero lo rechace con mis manos, al ver mi negativa como que inicio a quejarse, al ver eso y en una reacción que ni yo mism@ me esperaba me baje el pijama y le avente mi nalgatorio…entonces muy bajito, pegadito a mi oreja me empezó a susurrar: así me gusta, te voy a dar, ahorita te la meto…yo voltee mi cara y solo atine a decirle: conste, no soy puto eh, esto es de cuates, es de amigos. Largo rato estuvo punteándome, acariciando, ahora también lo hacía en mis pechos, vientre, eras ya caricias salvajes, duras. Lo hacíamos en un silencio increíble sin hacer el más mínimo ruido, sin moverse casi, sin que la cama crujiera. Después de un largo rato, me volteo e hizo que me pusiera en cuatro, yo obedecí (años más tarde descubro que me encanta “obedecer”), incluso se paró y fue al closet por una brillantina que sabía usaba y me logro untar un buen tanto en el ojete, se puso detrás de mí y cuando estaba a punto de empalarme, estaba ya casi metiendo la puntita, que mi compañero de cuarto (un cuate muy serio y formal) empezó a medio murmurar: ¿Qué pasa…?, por lo que a la velocidad del rayo, como si fuéramos flash, nos metimos en la cama y solo atine a decirle en una voz casi al borde del llanto: nada, nada, aquí Juan que anda un poco mal. tomo de más. Él estaba al lado como haciéndose el dormido…mi compa solo comento. Ah okey..sale. Sin más nos quedamos acostados, lo único que hicimos casi de manera automática, fue que me volteé y le empecé a masajear su masacuate erguida, mi manita que al igual que mis labios son muy femeninos, apenas si cubría el ancho de ese vergón que al poco rato de estarlo moviendo de arriba abajo expulso una cantidad increíble de leche. Después de esa loca noche, seguimos frecuentándonos, pero como que la pena hizo que no volviéramos a intentarlo, nunca más volvimos a bromear sobre ello, y cuando yo coquet@ trataba de hacer algún chiste o querer hacer los jueguitos que hacíamos de que me culeara o manoseara, él se mosqueaba. Tenía 20 años. No hubo más. Al año siguiente, a los 21 años perdí mi virginidad como hombre activo y empezó una afición a un juego sexual de alto riesgo, que en las continuaciones explicaré. Termine la escuela, a trabajar, años durísimos de lucha, de muerte de seres queridos, de batallar como todos con el dinero, la vida. Pasarían muchos años para que se volviera a dar esta inquietud y que estos recuerdos florecieran. CONTINUARA.

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