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martes, 12 de marzo de 2019

3RA Y 4TA PARTE RELATOS SARAI

3° parte.- LOS INICIOS (preparatoria) Además del deporte que me ha ayudado a mantener muy firme mi cuerpo aún en mi madurez, ¿Qué pasó en la prepa que estimulará mi deseo por experimentar ser hembra? La asistencia a muchísimas películas de corte erótico. Títulos como Emmanuelle con Sylvia Kristel, la Historia de O, filmes italianos de Tinto Brass como La llave, Todas lo hacen , El hombre que mira, Monamour. Más italianas como La Signore dell notte con Serena Grandi despertaron en mí el morbo, el placer por el sexo, uno de los manjares de la vida. No eran películas plenamente pornográficas, sino que llevaban una historia, una trama y despertaban la lujuria, mujeres esculturales, de grandes nalgas, me hice aficionado al derriere, al culo, a las nalgas, me obsesioné con ellas, aún hoy soy un gran admirador de un buen trasero. Cierto que lograron iniciar en mí la calentura, el rol activo que solo hasta más años tarde lograría realizar, teniendo como 21 años. PERO y ojo, también despertaron en mi la conciencia de que la naturaleza me había dotado de nalgas de mujer, ahora recuerdo sin saberlo a ciencia cierta en esa época que cuando salía a jugar soccer (unos dos o tres partidos por semana) me encantaba lucirlo, me maravilla acariciarme yo mism@, y extasiarme de que no tenía vello alguno sobre la superficie blanca y dura de mis sentaderas. Me inicie en la masturbación moderada. Pero ahora, en perspectiva, en el fondo deseaba ser Emmanuelle siendo empalada en el asiento de un avión, enculada en el retrete, acariciada por un pordiosero en sus portentosos muslos dejándose hacer hasta el gemido, poniéndose en cuatro ante el ganador de una pelea de box callejera para que delante de todos sea embestida por el asiático. Quería poner la cara de placer infinito de la infiel casada que en las películas de Tinto da las nalgas a otros, quería ser la mujer de gran nalgatorio qué de perrito, paradita o inclinada sobre una mesa ofrece la retaguardia a su amante en turno, sabiendo que su marido la ésta observando o imaginando como es otro el que la hace gemir y gozar por un lado no tan tradicional. En esa época fajé. Metí mano en traseros acariciándolos, amasándolos, hasta pequeñas nalgaditas llegué a dar. Apuntille (hoy le llaman twerking o perreo) a cuanta mujer se dejará, gozaba, pero muy en el fondo yo quería ser ella, por eso casi siempre les preguntaba: ¿te gusta? ¿Qué sientes? Cuando respondían que les encantaba, yo imaginaba el sentirlo. CONTINUARA

CUARTA PARTE Entre a la Universidad, vivía en ella, era una Institución cara y de prestigio en el centro del país. Las chavas y cuates de dinero que asistían por lo general eran muy guapos y de cuerpos de infarto. Era bueno para el estudio y me gane un apoyo económico para poder cursar la carrera. Al principio batallé, pero una vez que le encontré el modo, todo salió a pedir de boca. No tuve novia aquí ni en los periodos anteriores, solo habían sido pequeños fajes, rozones, re pegadas y así. En la Uni, seguí asistiendo al cine. Era ahora una ciudad más grande, y tenía un cine de solo porno y como otros dos de cine erótico clásico. Casi cada semana asistía a uno u otro y los calentones estaban a peso. Una vez más en el fondo, ahora reconozco yo me veía en las protagonistas. Seguí haciendo mucho ejercicio. Siempre tuve poco vello en las piernas y ahora mis muslos lucían poderosos, fuertes, macizos (los que quieran fotos, con gusto se las paso por msm), mis sentaderas nunca han tenido vello y estaban respingonas, duras. Me aficione a las revistas de relatos e historias con fotos sexuales. En todo este rollo universitario, con los cuates se empezó a poner de moda medio jotear, recuerdo que, aunque quería no me salía, aun hoy no soy nada obvio, ni amanerado, solo alguien de verdad muy suspicaz se podría dar cuenta que si soy un tanto metrosexual o muy arreglado con ciertos tintes de putón. Lo qué si me salía y muy bien era repegar mis nalgas a la virilidad de otros, claro con ropa de por medio, era algo común, ya que no era tan frecuente. Se hacía cuando asistíamos en bola al cine, recuerdo muy bien que en una ocasión fue un cuate que era nuevo en el grupo y que al poco tiempo se dio de baja de la escuela. Creo que era del Edo. De Veracruz, el caso que el cine estaba a reventar, lleno de puro malandro calenturiento, puro chaval de toda la ciudad que asistía a ese Cine, que por cierto era muy bonito, de esos antiguos que ya no existen. Era una película porno, en una escena que se me quedo grabado, un cuate le pone un cojidón a una hembra buenísima por detrás parados ambos al lado de un árbol, hasta recuerdo el nombre de la película: Pasiones Salvajes. El caso es que la bola de camaradas se desperdigo y yo creyendo que era Jesús el que estaba detrás de mí, sin más que le dejo ir mi nalgatorio, con Jesús se daba este jueguito sin más, él siempre se reía y me retiraba con calma. Para mi sorpresa y susto me di cuenta que no era él, ya que era gordito de mí mismo tamaño, pero al voltear para ver quién era, vi los ojos negros de este cuate más alto que yo, que ni siquiera recuerdo su nombre y que con firmeza me tomaba de mi acinturado talle para dejarme ir su vergón que clarito sentí a través del delgado pantalón pegadísimo, ya que llevaba uno de esos que se ocupaban en esa época de una marca que creo ya no existe. Fue tal la decisión y empuje con el que me estaba puntilleando, que temblando le deje hacer. La escena era larguísima, la follada estaba a mil y el perreo ligero en cuanto a movimiento, pero intenso en su pegada, que me daba este morenazo era de campeonato, me empezó a acariciar los cachetes de mis nalgas, sin saber cómo me acomode de tal manera que nadie podría percibir de primera vista que estábamos gozando de lo lindo. Empecé a sudar, me humedecí de mi verguita (la tengo chica), de repente tomo mi mano y por un momento se la puso en su daga, acaricie como pude, sabía cómo, lo había visto en tantas películas, solo fue un ratito, para volver a ponerme en medio de mis montañas de carne su pene que siguió y siguió hasta que en bufido caliente que sentí en mis orejas, se vino y se fue, yo estaba mojadísim@. No lo volví a ver en la Uni, esta era muy grande y era fácil no ver de repente a conocidos. Era también típico que, si alguien estaba sentado en la cama, de pronto llegabas y te le sentabas en su ingle y lo cabalgabas como si te estuviera tirando. Más de una vez lo hice, y nunca fui tildado de gay, todo era relajo, pero yo en el fondo me encendía, me ponía colorad@ y me humedecía. Mi círculo de amistades era similar al de mi estrato, jóvenes con apoyos o de clase media que sus padres realmente los apoyaban con bastante esfuerzo. Yo para ese entonces alcance la estatura que hoy tengo, tendría unos 20 años, midiendo 1.76, yo creo pesaba en ese entonces como 66 kgs., es decir verdaderamente flaco, pero nalgón y piernudo. Sería talla 28 o 30…hoy día peso entre 74 y 76 kgs. según le entre a la comida que me encanta y a esta edad de 53 años, es complicado estar en peso siempre, pero gracias todo ese pasado de deporte, buen cuidado y que ahora soy moderado en el ejercicio, soy talla 34, estando okey en mi peso y talle o índice de masa corporal. Con un cuate del DF, bajito él, moreno, de mirada lujuriosa y libidinosa, se empezó a dar un juego bastante peculiar. CONTINUARA

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